Entrar y dejar el auto en Arlés, en la Provence, puede resultar difícil si uno no lo prevé de antemano.
Llegamos después de 45 minutos en auto desde Avignon y se complicó cuando no bajaron los bolardos retráctiles de acceso al casco histórico, que está amurallado.
Antonella Quatra, de la oficina de turismo, lo solucionó con un llamado al hotel.
Entonces, la que se puso a prueba fue Jade –la fotógrafa–, que demostró que no pierde el pulso ni la calma cuando maneja por callecitas bien angostas, adoquinadas y en pendiente.
El auto quedó en el garaje del Hôtel La Muette.
Salimos a caminar dichosas, porque si hay algo que tienen estas ciudades y pueblitos medievales es que el auto es sólo para entrar y salir..